Riego por aspersión en un campo de golf
Cuando pensamos en regar el césped, pensamos principalmente en aspersores dando vueltas como en un campo de fútbol, o con difusores en un jardín particular. Es tan así que seguramente no habéis visto y probablemente ni sabéis que existe otra opción.
¿Por qué cambiar de sistema?
La aspersión presenta ciertos problemas:
– Falta de uniformidad. Por defecto un aspersor riega más cantidad en el centro del círculo que forma el riego, que en el borde. Además solapar distintos aspersores para que el riego sea más o menos uniforme no es fácil. Si además la forma del jardín es sinuosa la cosa se complica, y si es un día de viento, más.
Esquema de riego con aspersores
– Falta de control sobre la cantidad del riego. El caudal regado es difícil de controlar pues depende de la presión (que puede variar a lo largo del día) y del aspersor o difusor. Saber cuántos litros por metro cuadrado hemos regado, requiere cálculos.
– Pérdidas por evaporación al regar sobre la superficie.
– Imposibilidad de regar con aguas residuales en espacios públicos, prohibido por ley. En los campos de golf se riega por aspersión con aguas residuales pero no son jardines públicos, además existe el problema de la emisión de olores que los que viven cerca de los campos sufren habitualmente.
– Acumulación de agua en las zonas bajas de jardines con pendientes.
– Necesidad de presiones altas. Para regar por aspersión necesitaremos una buena presión en la red o utilizar un grupo de presión.
¿Qué opción hay?
La alternativa es el riego por goteo enterrado. Consiste en una tubería de polietileno con los goteros integrados y diseñados especialmente para operar enterrados, anti-raíces, anti-succión y autocompensantes.
Partes de un gotero enterrado de la marca Netafim
Se distribuye la tubería a 15-20 cm de profundidad cubriendo toda la superficie, con distancias entre líneas de entre 30-60 cm. Los caudales más habituales son de 1.6, 2.3 y 3.2 l/h.
Red de goteo enterrado
La instalación es muy sencilla, se instalan las tuberías cubriendo toda la superficie, cumpliendo las distancias recomendadas por el fabricante. Se cubren con entre 15-20 cm de tierra, si la tierra ya está extendida, se realizan pequeñas zanjas donde introducir las tuberías. Y por último se planta el césped y a regar.
Fases de la instalación. Fuente: www.riegopoerc.es
Este tipo de riego lleva en uso comercial desde los años 80 y ofrece múltiples ventajas. Se ha probado su eficacia en una gran variedad de jardines y surgió principalmente de la necesidad de ahorrar agua y reutilizar aguas residuales.
Ventajas del riego enterrado
Este riego, por sus características es ideal para:
Estos sistemas solucionan los problemas antes mencionados:
– Falta de uniformidad. Se riega de manera completamente uniforme todo el terreno.
– Falta de control sobre la cantidad del riego. Sabemos exactamente cuántos litros por hora y metro cuadrado estamos regando, así podremos hacer un correcto balance de agua en el suelo.
– Pérdidas por evaporación. Al regar bajo la superficie reducimos en gran parte la evaporación desde la superficie, aprovechando esa agua para la planta.
– Imposibilidad de regar con aguas residuales. Al no haber posibilidad de contacto con el agua de riego se pueden utilizar aguas regeneradas sin ningún peligro.
– Acumulación de agua en las zonas bajas. Los bajos caudales de los goteros permiten al terreno retener el agua y evitan que se acumule en las zonas bajas.
– Necesidad de presiones altas. Este sistema puede trabajar a presiones mucho más bajas, con el consiguiente ahorro energético.
Mantenimiento
El mantenimiento es similar al de un sistema de riego por goteo normal. Es conveniente hacer un tratamiento con ácido anual para disolver posibles deposiciones calcáreas que obstruyan los goteros y controlar las presiones al final de las líneas para detectar posibles obstrucciones.
Un sistema bien instalado, bien mantenido y bien diseñado puede funcionar eficientemente por muchos años.
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