Imaginaos que no tuviésemos ninguna idea preconcebida sobre donde se situar las calles o los jardines en un entorno urbano, como debe moverse el agua, imaginaos que nunca hubiéramos visto una alcantarilla o un colector.
¿Cuál sería el primer paso?
Pues intentar «copiar», pero no de otras ciudades (eso es lo que queremos evitar), sino de la propia naturaleza, que lleva millones de años haciéndolo de la misma manera, por algo será.
Observamos la naturaleza de nuestro alrededor y vemos que el agua tiende a concentrarse y discurrir por las zonas más bajas (cosas de la gravedad). Y que en esas zonas, hay una mayor densidad de vegetación, son los denominados ríos y sus riberas repletas vida. Sin embargo, en las zonas más altas, donde el agua tiende a drenar hacia zonas más bajas, la vegetación es menor.
O sea que la situación en la naturaleza, de manera simplificada, es más o menos así:
- zonas bajas = más agua = más vegetación
- zonas elevadas = menos agua = menos vegetación.
Si hacemos un poco de trampa y miramos como es el drenaje urbano en una ciudad esperaríamos encontrar la misma lógica, pero esa es la lógica de la naturaleza y al parecer no se aplica en el entorno urbano, que tiene sus propias reglas. Será por eso que no lo hacemos distinto a la naturaleza, sino totalmente al contrario.
Fijaos en cómo es la estructura de una calle cualquiera:
Esto no significa que debamos plantar chopos en mitad de la calle sino cambiar nuestra manera de abordar el drenaje urbano, pensar de otra manera. Un drenaje más inteligente que nos permita aunar las necesidades del drenaje en un entorno urbano sin olvidar que seguimos estando en la naturaleza, el agua lo interconecta todo.
Un ejemplo sencillo de esto podemos encontrarlo en cualquier calle de una ciudad, en la que el jardín o rotonda de turno se encuentra más elevado que la acera, sin posibilidad de aprovechar el agua que cae en esta, o directamente la acera drena hacia la calzada en vez de hacia el jardín.
Una vez teniendo claros los conceptos básicos a todos se nos pueden ocurrir ideas para diseñarlo de otra manera, la clave está en querer “calentarse un poco la cabeza”, cosa bastante poco habitual. Unas modificaciones rápidas, siguiendo la lógica natural, consistirían en estas:
- Cambiar el peralte de la rotonda hacia el interior, cosa que además agradecerán los coches.
- Construir el jardín con su parte central más deprimida para obtener un volumen de almacenamiento.
- Rodearla con una rigola y un bordillo con aberturas que permita la entrada del agua caída en la rotonda.
- Instalar un desagüe hacia la red de pluviales a modo de vertedero que evite que el agua supere un cierto nivel e invada la rotonda.
Esta filosofía es la que aplican los llamados SUDS (Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible) y cuya aspiración máxima es conseguir que el drenaje urbano pueda imitar lo mejor posible al ciclo natural del agua, que había antes de urbanizar. Es decir, que la naturaleza “note” lo menos posible nuestra presencia.
Algunos ejemplos de este tipo de drenaje ya construidos, similares al ejemplo de la rotonda, los vemos aquí:
Estos “jardines de lluvia” o “áreas de biorretención”, además de aprovechar mejor el agua de lluvia, consiguen infiltrar gran parte de la escorrentía, disminuyendo la presión sobre las redes de drenaje. También tienen la capacidad de depurar los contaminantes arrastrados tras discurrir por calles y aceras.
Existen muchas tipologías de SUDS; áreas de biorretención, depósitos de infiltración, pozos de infiltración, humedales, techos verdes, etc. Pero lo importante es la filosofía que hay detrás de todo esto, un drenaje más natural y bastante más inteligente.
Para saber más sobre SUDS:
- Definición: ¿Que són los SUDS?
- Blog sobre SUDS en Español: drenajeurbanosostenible.org
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