Los Ángeles no tenía nada. Por no tener, no tenía ni agua. Pero pasó de ser una pequeña ciudad sin importancia en el siglo XIX a la mayor ciudad de los Estados Unidos por la visión que tuvo William Mulholland, en la década de 1910, de construir un acueducto atravesando California.
Una impactante y apasionante historia sobre como el ser humano transformó el medio-oeste americano de manera radical, sin tener en cuenta las nefastas consecuencias medioambientales. La historia de cómo se refundó una ciudad sobre la avaricia, especulación y soberbia del ser humano.
Mulholland, ingeniero autodidacta
William Mulholland, 1855-1935.
William Mulholland emigró de Irlanda en 1872 y llegó a Los Ángeles en 1877, donde trabajó como cavador de zanjas para la compañía de agua. Aunque nunca estudió formalmente ingeniería hidráulica, ascendió rápidamente, y pronto (1886) se convirtió en superintendente.
Buscaba desesperadamente agua para la ciudad y se fijó en el remoto Valle Owens, a los pies de la mayor cordillera y reserva de agua de California, Sierra Nevada, situada a 370 km al norte de Los Ángeles.
Sierra Nevada y Valle de Owens.
En una obra admirable de ingeniería, Mulholland construyó un acueducto de 375 km a través desierto de Mojave para llevar agua del río Owens al centro de Los Ángeles. Este valle se encuentra a más de 120 metros de altura sobre la ciudad, por lo que podría llegar el agua por gravedad (los sistemas de bombeo no estaban aún muy avanzados), así que era casi la única opción viable.
Las obras empezaron en otoño de 1908 y fue inaugurado en Noviembre de 1913. El presupuesto inicial fue de 26 millones de dólares y al termino se quedaron 40.000 dólares por debajo de esa cifra.
- 142 túneles con una longitud total de unos 70 kilómetros.
- 55 kilómetros de canal a cielo abierto.
- 60 kilómetros de canal cubierto de hormigón
- 160 kilómetros de tubería de acero alemana.
- 500 kilómetros carreteras pavimentadas y líneas de ferrocarril.
- 1 fábrica de cemento.
- 2 centrales hidroeléctricas.
- 400 kilómetros de líneas telefónicas.
- 2.300 edificaciones.
Para poder traer el agua legalmente desde allí, los agentes de Mulholland, mediante engaños y subterfugios, fueron comprando los derechos de agua del río Owen hasta hacerse con el 95%. Con un caudal de 11.9 m3/s era cuatro veces superior al que podían gastar (y se malgastaba hasta la extenuación), la ciudad floreció aceleradamente y comenzó a crecer 9 veces más rápido que Nueva York. De no ser por esa obra, Los Ángeles sería hoy en día una ciudad muy diferente, y por supuesto, el Valle de Owen, también.
Construcción e inauguración del acueducto de Los Ángeles. Ver mas fotos de la construcción.
Pero en realidad no era la ciudad en si la gran interesada en los recursos hídricos, que aún tenía suficientes. Fue todo una gigantesca operación de especulación de tierras por parte de grandes terratenientes. Compraron tierras sin valor en el Valle de San Fernando (pues no tenían agua) y presionaron para que se considerara al Valle parte de la ciudad y así beneficiarse de los derechos de agua que se compraban en su nombre. A la ciudad también le interesaba, porque para poder financiar las obras debían de emitir bonos. El problema es que no les estaba permitido emitir por un valor de más del 15% de los ingresos, por lo que sin el Valle y sus impuestos como parte de la ciudad, no hubieran podido financiarla. Todo ello se hizo con un secretismo extremo.
Una pequeña pincelada de estos tejemanejes se pueden ver en el clásico del cine negro Chinatown.
La ¿vieja? mentalidad sobre el agua
Las políticas medioambientales aún no se habían “inventado” y era algo que a Mulholland no le preocupaba. En cierta ocasión, hablando con el superintendente del Parque Nacional de Yosemite, una auténtica maravilla de la naturaleza llena de ríos, lagos y cascadas, se permitió darle este consejo:
“Si yo fuera tú, haría un extenso reportaje fotográfico del parque y lo mandaría a todas las bibliotecas y colegios del mundo, después construiría una gigantesca presa y ¡¡pararía este maldito malgasto de agua!!”.
Esta forma de pensar, en la que malgastar el agua es no usarla, ha sido muy común en el oeste americano.
Parque Nacional de Yosemite, EEUU. Fuente.
No tardaron en surgir los primeros problemas, cuando el valle de Owens se secó (el Lago Owen ya hacía tiempo que había desaparecido), los ganaderos locales se apoderaron de las puertas del acueducto y dinamitaron la tubería en varias ocasiones. En 1927, Mulholland declaró la guerra al valle, para asegurar los derechos legales de Los Ángeles, desplegando en el Valle y a lo largo del recorrido del acueducto, fuerzas armadas.
El día más negro
Cuando la presa de Saint Francis (también conocida como San Francisquito), parte del proyecto del acueducto, que almacenaría el agua a 40 km de Los Ángeles, se rompió en 1928, causó el peor desastre de California desde el terremoto de San Francisco en 1906. Con un total de 500 muertos, la tragedia devastó a Mulholland, que renunció y murió como un hombre roto.
Filtraciones y rotura de la presa de San Francisquito, California. Mulholland inspeccionando la rotura. Fuente 1, 2 y 3
A pesar de que en un principio sobraba el agua, su consumo subió tanto que en 10 años se quedaron de nuevo sin agua. En la década de 1930 y 1940, el Consejo de la Ciudad de Los Ángeles, la Cámara de Comercio, y su Junta de Agentes Inmobiliarios continuaron promoviendo la búsqueda de agua, esta vez a 480 km al este hasta el río Colorado, y a 960 km al norte en el río Feather. Pero aun así, no era suficiente, nunca lo era.
El primer paso de un largo camino
Después de que en los años 70 se añadiera otro acueducto paralelo al acueducto original de Mulholland y se prolongara hasta el lago Mono, una joya en el desierto de California, el nivel del lago cayó 12 metros y era 4 veces más saldo que el mar. Un puñado de biólogos luchó contra el poderoso Departamento de Agua y Energía (la mayor empresa pública estadounidense que controla todos los servicios de la ciudad), y en 1988, el Estado de California, obligó a la ciudad a detener sus desviaciones de agua del lago Mono. La victoria ayudó a abrir las puertas de las medidas de conservación y las políticas de agua progresistas.
El lago Mono en el Valle de Owens en la actualidad. Fuente.
Toda esta historia se explica en profundidad en el magnífico libro de Marc Reisner Cadillac Desert, que os recomiendo sin duda, y en el primer episodio del documental para televisión basado en el libro, Cadillac Desert: Mulholland’s dream.
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Aquí os dejo el trailer (lo siento pero solo está en inglés).
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